Editorial 63
Cuando le preguntas a un niño que le gustaría ser de mayor las respuestas suelen ser siempre las mismas: astronauta, futbolista, piloto de carreras, periodista, informáticos e incluso hoy en día también hay muchos que quieren ser youtubers. Como vemos hay para todos los gustos pero hay algunos trabajos que un niño jamás dirá que quiere, como por ejemplo, repartidor.
Hoy en día el mundo del reparto y más concretamente el de nuestro sector está muy desprestigiado. Muchas horas, cargas muy pesadas y almacenes de muy difícil acceso que muchas veces se traduce en lesiones graves que hacen que una persona joven no lo vea como un oficio de futuro.
En muchas ocasiones, además, el repartidor tiene que escuchar por parte de un cliente cosas como que no entre con la carretilla porque ensucia el suelo o que no le mezcle cajas e incluso que si no lo deja donde le ha dicho no hace falta que deje el género. Todo eso sin olvidar que los clientes quieren que se les sirva a la misma hora de siempre a pesar de los días de lluvia, los controles de zonas de carga y descarga, los mercadillos y los días que hay que doblar servicios debido a alguna festividad. Todos estos aspectos hacen que cada vez cueste más encontrar personas dispuestas a aceptar estos puestos de trabajo.
Afortunadamente en el sector de la distribución hay algunas empresas que han empezado a tomar conciencia de estos problemas y han decidido que hay que volver a dignificar este oficio tan necesario para todos nosotros, distribuidores y clientes, ya que sin ellos sería imposible realizar nuestro trabajo. Empatía, ponerse en el lugar del otro y buscar soluciones para hacer este trabajo más cómodo para el repartidor deben ser prioridades indiscutibles por parte de todos.
Quién sabe, quizás dentro de unos años habrá niños que quieran ser repartidores de mayores. GrupVIVÓ